La “regla de los 5 segundos” se refiere al tiempo máximo que puede pasar un alimento en contacto con el suelo para poder llevárnoslo a la boca de forma segura. Como la ciencia se ocupa de las materias más peregrinas, también lo ha hecho para analizar esta creencia popular.

Al menos doce estudios llevados a cabo por científicos https://aem.asm.org/content/82/21/6490 https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/16134485/ https://sfamjournals.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/j.1365-2672.2006.03171.x, estudiantes de secundaria https://aces.illinois.edu/news/if-you-drop-it-should-you-eat-it-scientists-weigh-5-second-rule e incluso programas de televisión http://kwc.org/mythbusters/2005/10/mythbusters_chinese_invasion_a.html, han intentado verificar o rechazar el mito. Estos estudios se han realizado empleando múltiples condiciones, como diferentes alimentos (sandía, fresas, gominolas, pan, etc), diferentes superficies (moqueta, azulejo, aluminio, madera, etc.), diferentes bacterias (Salmonella typhimurium, Escherichia coli, Enterobacter aerogenes, etc.) y diferentes tiempos de contacto, desde un segundo a cinco minutos.

La conclusión de todos estos estudios es que el tiempo que tardan las bacterias en contaminar un alimento depende de múltiples factores. En algunos casos, como la sandía, la contaminación es casi instantánea, mientras que las gominolas son mucho más resistentes (más de 5 minutos). Probablemente, estas diferencias se deban a que las bacterias necesitan la presencia de agua para pasar de un medio al otro. Cuanta más agua disponible haya, más rápido pasan. En cuanto a superficies, la moqueta era más segura que la madera o el acero inoxidable.

Como vemos, los resultados obtenidos permitirían aceptar que se pueden consumir algunos alimentos de forma segura tras caerse al suelo. Pero cuando se nos cae un alimento, no tenemos tiempo ni medios para valorar todos los condicionantes, por lo que es mejor no comerlo.

Lo que seguro que no sirve es darle un besito al alimento caído, como hacían algunas de nuestras madres. Es como pretender que se le pase a uno el dolor diciendo “sana, sana, culito de rana”. ¡Qué manía con el culo de las ranas!

Javier Sánchez Perona- Instituto de la Grasa (IG)