Cuando Newton propuso, en 1687, la formulación de la ley de gravitación para explicar el movimiento de los planetas del sistema solar estableció una relación causal entre una propiedad de los cuerpos celestes, su masa, y su movimiento.

Sin embargo, la consideración de que los planetas influyen en nuestras vidas, modulando el carácter o atisbando un destino, está todavía esperando a un Newton que proponga el tipo de fuerza o campo que se encargue de ejercer esta influencia y de definir la propiedad intrínseca de los planetas que haga posible esta interacción.

Pero imaginemos por un momento que, mediante un mecanismo obviamente desconocido, la masa gravitatoria de los planetas tiene una cierta influencia sobre nosotros y que la cuantificación de esta presunta interacción se rige por la propia ley de Newton. La conjunción de todos los planetas de nuestro sistema solar ejercería una fuerza sobre una masa en la superficie de la Tierra, decenas de millones de veces inferior a la fuerza con que la que estamos pegados al suelo. Un libro, una conversación, una sonrisa amable e incluso la lectura de este pequeño escrito puede modificar más nuestro devenir que las más complicadas geometrías planetarias que podamos imaginar.

Emilio Alfaro Navarro- Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA)