En numerosas culturas, los girasoles, flores de tallos largos y vistosos pétalos amarillos, simbolizan el Sol en la Tierra. Esta creencia popular se debe a que supuestamente pasan toda su vida mirando hacia él, sin embargo, esto no es del todo correcto.

El crecimiento de los girasoles es de los más peculiares del reino vegetal. Durante los años de juventud, el recorrido que realizan de forma diaria consiste en girar de este a oeste, como las agujas del reloj, siguiendo al astro rey. Una vez amanece, se encuentran frente a él, y van dando la vuelta y acompañándolo durante todo el día, hasta que cae la noche. En este punto, los girasoles giran completamente hasta volver a su posición inicial, es decir, a la que tenían con los primeros rayos de la mañana.

Sin embargo, lo curioso y lo que muchos no sabemos, es que no pasan toda su vida realizando este movimiento para mirar al Sol. Este proceso únicamente se realiza durante los primeros años de crecimiento, cuando el tallo aún no ha alcanzado su máxima longitud, y la flor no se ha desarrollado por completo. Una vez alcanza la madurez, dejan de moverse durante el día y permanecen estáticos mirando al este.

Investigadores de la Universidad de California para la revista Science.