Uno de los párrafos más citados de la vieja historia en la relación de los hombres y las hormigas es el proverbio bíblico de Salomón en el que insta al lector a seguir el ejemplo de estos incansables insectos (Prv. 6:6). Y es que, las hormigas han sido siempre conocidas, entre otras cosas, por el ejemplo que dan de dedicación, eficiencia, orden y constancia. Si no es así, que le pregunten a la cigarra de la conocida fábula: la cigarra y la hormiga.

Nada más lejos de la realidad, hoy sabemos que de puertas para adentro del hormiguero las hormigas descansan. ¿Qué digo descansan? ¡Duermen profundamente! Doblando sus antenas, sin responder al contacto con otras hormigas e incluso haciendo movimientos rápidos con éstas parecido a las patadas que damos durante el sueño REM. En hormigas de fuego (Solenopsis invicta) se ha visto que pueden llegar a dormir de cinco a nueve horas, solo que, en vez de dormirlas de un tirón, la distribuyen en cientos de siestas de uno o pocos minutos cada una a lo largo del día. Y no solo duermen, sino que el lugar donde lo hacen, la postura y los episodios de sueño en hormigas comparten mucho de los componentes fundamentales que definen nuestro sueño. 

 

J.Manuel Vidal-Cordero, Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC).