Cuando las grasas eran enemigo público número uno de entre los ingredientes alimentarios, las empresas se lanzaron a la comercialización de productos “light”. En la actualidad, el azúcar ha tomado la delantera y mete bastante más miedo que las grasas, que ya es decir. Por eso, los consumidores reclaman productos bajos en azúcar y la industria responde prescindiendo del dulce ingrediente que tanta felicidad dio a algunos durante tanto tiempo.

Pero desterrar el azúcar implica que los alimentos pierden dulzor, así que es sustituido por otros ingredientes dulces, en principio más saludables, como la miel. Este alimento, que las abejas fabrican laboriosamente y que nosotros les robamos, tiene mejor prensa que Rafa Nadal. De la miel, se dice que es natural, que tiene muchas vitaminas y numerosos beneficios para la salud. Sin embargo, la ciencia no ha podido demostrar tales beneficios, como afirma la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). https://www.efsa.europa.eu/en/efsajournal/pub/1484

La miel contiene alrededor de un 85% de azúcares, aunque al contrario que el azúcar, no contiene sacarosa, sino sus componentes individuales por separado, glucosa y fructosa. El resto es prácticamente todo agua, excepto un 1% de vitaminas y minerales. Así que, aun siendo cierto que la miel contiene vitaminas, su concentración es tan pequeña que no merece la pena su consumo solo por ese motivo. Además, cuidado con la fructosa en grandes cantidades porque hay científicos que aseguran que puede llegar a provocar alteraciones metabólicas. https://malnutridos.com/2016/11/14/fructosa-veneno-diabeticos-todo-contrario/

Puesto que la miel, los siropes, los jarabes o el azúcar moreno son prácticamente idénticos en cuanto a su composición en azúcar, los dietistas-nutricionistas recomiendan reducir el consumo de alimentos dulces en general, tengan el endulzante que tengan, y no sustituir el azúcar por otros ingredientes edulcorados.

Por cierto, la miel también se ha usado de forma tópica para la curación de heridas y existe alguna evidencia de que podría ser efectiva, pero esa es otra historia y será contada en otra ocasión.

 

Javier Sánchez Perona, Instituto de la Grasa (IG).